viernes, 14 de septiembre de 2007

El arte nos descubre y nos desenmascara

Diario Peru21, Lima. 24/10/06

"Nací en Cajamarca por accidente, aunque mi sensibilidad es provinciana, pero no por ello menos universal", nos dice Jorge Díaz Herrera. Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, presentó hace unos días Alforja de ciego (Editorial San Marcos), un libro de breves y brevísimos relatos cuya primera edición salió en 1979. Releer estos textos, casi treinta años después, nos revela las bondades como narrador de Díaz Herrera y nos permite comprobar que Alforja de ciego ha superado la barrera del tiempo.

La frase 'alforja de ciego' la entiendo como recipiente de lo inclasificable. ¿Este es un libro de 'cuentos'?

Yo no soy partidario de las categorizaciones en la literatura. Les digo cuentos porque. porque no encuentro otra forma de llamarlos y porque creo que es lo que son. En un inicio, este era un libro voluminoso que yo siempre lo llevaba a cuestas. Pero lo reduje, lo podé, cuando me dejé seducir por el chiste popular, sobre todo el francés que se caracteriza por su precisión, por su 'efectismo' y porque algunos están hechos para llorar.

¿Quiere hacernos llorar o pensar?

Yo creo que el arte que no engrandece la naturaleza humana no sirve para nada. Esta no es una concepción moralista. Yo no lo soy; en todo caso, lo soy conmigo mismo.

¿Nos hace más lúcidos, mejores?

Más conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno. O nos hunde o nos eleva. El arte es un arma de muchos filos: sirve para el bien y para el mal. Es mentira que todos los libros son buenos. Los hay buenos, malos y prescindibles.

¿Qué lo motivó a la reedición?

No es propiamente una reedición. Alforja de ciego tiene mucho del 'cuerpo' anterior, pero muchas variantes. He abandonado algunos cuentos, he sumado otros y les he dado una mirada nueva a todos. Hasta hace poco yo decía que solo reeditaban aquellos a quienes se les había acabado el carbón. He tenido que cumplir 60 años para darme cuenta de que estaba equivocado. Ahora sé, con certeza, que un buen escritor puede reeditar y crear a la vez.

¿Es cierto que publicar el libro le trajo problemas con sus amigos?

La literatura es ficción, y la ficción que pasa desapercibida es inocua. Muchos, en el momento, se sintieron tocados. Lo más raro es que aquellos cuentos en los cuales quise acercarme más a la realidad fueron catalogados de 'inventados'. En cambio, en los que fui 'imaginativo' fueron llamados 'realistas'. Las personas que me criticaron no tenían claro que el arte y la literatura sirven para 'descubrir y desenmascarar'.

¿Siempre escribe relatos brevísimos?

Siempre. Incluso como un respiradero a las tensiones que crean las obras largas. Yo soy poeta, dramaturgo, novelista y ensayista. Curiosamente, mi ensayo El humor en la poesía de Vallejo me trajo más problemas que Alforja. En el Perú ha primado una mirada sociológica de la literatura; cuando ésta es arte, es una construcción estética. Por ejemplo, fue absurdo el debate entre escritores andinos y costeños. El arte es universal o no es nada.

¿El arte puede mentir?

La literatura es ficción y no mentira. La ficción literaria expresa la libertad del ser humano. La mentira es el trastrocamiento de la verdad para un ser mezquino. Un escritor no puede ser un mentiroso: es un creador. Un escritor puede ser un malvado, un cretino, pero cuando escribe no miente. Una cosa es la biografía; otra, la poética. La verdad y la mentira pertenecen a la ética; la ficción, a la estética.

El arte nos descubre y nos desenmascara

Fuente: Peru21, Lima 24/10/06

"Nací en Cajamarca por accidente, aunque mi sensibilidad es provinciana, pero no por ello menos universal", nos dice Jorge Díaz Herrera. Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, presentó hace unos días Alforja de ciego (Editorial San Marcos), un libro de breves y brevísimos relatos cuya primera edición salió en 1979. Releer estos textos, casi treinta años después, nos revela las bondades como narrador de Díaz Herrera y nos permite comprobar que Alforja de ciego ha superado la barrera del tiempo.

La frase 'alforja de ciego' la entiendo como recipiente de lo inclasificable. ¿Este es un libro de 'cuentos'?

Yo no soy partidario de las categorizaciones en la literatura. Les digo cuentos porque. porque no encuentro otra forma de llamarlos y porque creo que es lo que son. En un inicio, este era un libro voluminoso que yo siempre lo llevaba a cuestas. Pero lo reduje, lo podé, cuando me dejé seducir por el chiste popular, sobre todo el francés que se caracteriza por su precisión, por su 'efectismo' y porque algunos están hechos para llorar.

¿Quiere hacernos llorar o pensar?

Yo creo que el arte que no engrandece la naturaleza humana no sirve para nada. Esta no es una concepción moralista. Yo no lo soy; en todo caso, lo soy conmigo mismo.

¿Nos hace más lúcidos, mejores?

Más conscientes de nosotros mismos y de nuestro entorno. O nos hunde o nos eleva. El arte es un arma de muchos filos: sirve para el bien y para el mal. Es mentira que todos los libros son buenos. Los hay buenos, malos y prescindibles.

¿Qué lo motivó a la reedición?

No es propiamente una reedición. Alforja de ciego tiene mucho del 'cuerpo' anterior, pero muchas variantes. He abandonado algunos cuentos, he sumado otros y les he dado una mirada nueva a todos. Hasta hace poco yo decía que solo reeditaban aquellos a quienes se les había acabado el carbón. He tenido que cumplir 60 años para darme cuenta de que estaba equivocado. Ahora sé, con certeza, que un buen escritor puede reeditar y crear a la vez.

¿Es cierto que publicar el libro le trajo problemas con sus amigos?

La literatura es ficción, y la ficción que pasa desapercibida es inocua. Muchos, en el momento, se sintieron tocados. Lo más raro es que aquellos cuentos en los cuales quise acercarme más a la realidad fueron catalogados de 'inventados'. En cambio, en los que fui 'imaginativo' fueron llamados 'realistas'. Las personas que me criticaron no tenían claro que el arte y la literatura sirven para 'descubrir y desenmascarar'.

¿Siempre escribe relatos brevísimos?

Siempre. Incluso como un respiradero a las tensiones que crean las obras largas. Yo soy poeta, dramaturgo, novelista y ensayista. Curiosamente, mi ensayo El humor en la poesía de Vallejo me trajo más problemas que Alforja. En el Perú ha primado una mirada sociológica de la literatura; cuando ésta es arte, es una construcción estética. Por ejemplo, fue absurdo el debate entre escritores andinos y costeños. El arte es universal o no es nada.

¿El arte puede mentir?

La literatura es ficción y no mentira. La ficción literaria expresa la libertad del ser humano. La mentira es el trastrocamiento de la verdad para un ser mezquino. Un escritor no puede ser un mentiroso: es un creador. Un escritor puede ser un malvado, un cretino, pero cuando escribe no miente. Una cosa es la biografía; otra, la poética. La verdad y la mentira pertenecen a la ética; la ficción, a la estética.

Crear personajes es crear personas

Por Pedro Escribano.
Diario La República, Lima. 18/10/06

Paradójico. Jorge Díaz Herrera publicó Alforja de ciego (1979) para mirarnos mejor humanamente. Libro de relatos que ahora reedita, como él dice, "corregido, aumentado y disminuido" con la editorial San Marcos. Su prosa aguda, fotográfica, poética, vierte una serie de personajes en los que se aprecia el altorrelieve de sus vidas cotidianas, más de las veces marcados por la desventura.

–Reeditas, ¿una reafirmación de escritor y fe en este libro?

–Lo que dices es verdad. Pero te voy a contar una cosa personal. Yo tenía un concepto errado de la reedición, de que uno reedita cuando no tiene nada que escribir. Concepto equivocado, del cual me sacó el gran poeta Elvio Romero, quien me dijo que "uno no debe esperar que se arruine la camisa para comprar otra". Por eso es que estoy reeditando mis libros y no porque se me haya acabado el carbón.

–Alforja de ciego, ¿depositario de cachivaches que sin embargo resultan esenciales para uno?

–Sí, claro. Descubro, por ejemplo, que antes recordar era un placer, pero ahora, que uno se llena de olvidos, es un trabajo tremendo. Un recuerdo que permanece en mí es que mi abuela era una gran cachivachera. Reunía todas las cosas antiguas en un viejo baúl y cada vez que quería encontrar algo era un terremoto. Nunca encontraba lo que buscaba y decía "esto parece una alforja de ciego". Como una especie de cajón de sastre donde se mete todo que luego uno busca. Esa frase me dio el titular para este libro, que en realidad es una alforja de ciego, porque es un libro que recoge muchas experiencias mías, transfiguradas en literatura, por cierto. Esta infinidad de personajes son prácticamente un zurcido de mi propia experiencia.

Me nutre mi barrio

–Tus personajes no son señorones sino seres cotidianos, a veces de una grisura humana.

–A mí me nutre mi barrio, la calle. Yo creo que los libros nacen de que los nutre la vida. Entonces, esos personajes desdichados, desventurados que habitan el libro son realmente mis personajes favoritos. A mí no me interesa la opulencia, a mí me interesa lo cotidiano, los personajes con los cuales uno alguna vez se dio la mano, se saludó de esquina a esquina o de vereda a vereda. Mi libro es como pagar mis deudas interiores, de que estos personajes no han pasado en vano por mí, que los recuerdos y ojalá me sobrevivan.

–Hay casi una vocación poética en resaltar a tus personajes.

–Yo creo que lo que no tiene poesía no es arte literario. Me parece que ese es el ingrediente para que una obra literaria sea artística realmente.

–¿Acaso hay un afán psicológico tuyo en retratarlos?

Sí, es verdad. A mí me interesa mucho la profundidad psicológica del personaje. Y lo que decía Voltaire: “la tragedia o el humor brota del fondo de los personajes, de lo contrario será grotesca o ridícula, pero trágica y cómica, nunca”. Yo creo que esos personajes que no tienen mundo interior son un disparate en la literatura y en cualquier sitio. Aquellos en que no trasciende un mundo interior, un alma, una psicología, yo sí me preocupo por ellos. Yo no creo que haya escritor alguno que no desee crear personajes, que es lo más difícil que hay en el arte. Crear personajes es crear personas.

El protagonista de estos cuentos es el destino

Por Karla Fernandini
Diario Perú 21, Lima. 25/8/04

Responde Jorge Diaz Herrera sobre su última publicación, titulada
"Cuéntame lo que nos pasa".

Escritor peruano perteneciente a la generación del sesenta. Su obra es diversa, pues ha incursionado en novela, poesía, dramaturgia y otros géneros literarios. Entre sus principales obras están Alforja de ciego, La agonía del inmortal, La colina de Irupé, entre otras.

¿De qué trata este último libro que ha publicado?

Cuéntame lo que nos pasa es un libro de 12 cuentos centrados en personajes. Y son personajes que viven a extremos las pasiones humanas. Son extremadamente felices y extremadamente desdichados. Esto tiene mucho que ver con la realidad que yo he vivido. Creo que un escritor siempre refiere lo que ha vivido, lo que ha oído, lo que ha leído, lo que ha soñado y lo que imagina.

¿El contexto se vuelve determinante?

Ningún escritor puede eludir su realidad. Son historias de bastante fondo, que abordan todo el mundo psicológico e interior de los personajes. A mí ya no me interesa mucho la anécdota, porque ya está contada en forma excesiva. Creo que ha llegado el momento de decir cosas y ya no solo de contar. Lo que me interesa ahora es la reflexión latinoamericana, y esto no significa que yo trate de escribir una obra regional, llena de localismos.

¿Pero sí trata de reflejar la situación latinoamericana?

Sí, pero vista desde una perspectiva más universal. Lo fundamental de una obra literaria es la atmósfera, que es la sensación de realidad. Eso es lo que yo intento lograr. Pero, qué cosa extraña, quienes leían cuentos más pegados a mi experiencia vital me decían que los había inventado; en cambio, al referirse a los cuentos que salían de mi imaginación, decían que eran reales. De hecho, esto me hacía sentir halagado.

¿Hay algún personaje principal en el libro?

El protagonista de Cuéntame lo que nos pasa es el destino. La fatalidad del destino, no como un elemento negativo sino como una cosa ya establecida. Por ejemplo, Fiodor Dostoievski decía que a veces se sentía rodeado por sus personajes y que estos le reclamaban que cambiara sus destinos, pero que ni siquiera él, su creador, podía hacerlo.

Crear un personaje que convenza al lector es difícil...

Yo creo que el máximo desafío para los escritores es crear personajes. No hay un solo caso en el que el mundo literario y el tiempo no hayan respetado a quien haya creado un personaje. Shakespeare con Hamlet, Cervantes con Don Quijote; personajes que han quedado para siempre. Cuando escribo, busco que la gente se identifique con mis personajes, al margen de que los quiera o los deteste.

¿Se vuelve inevitable que sus vivencias influyan en la construcción de los personajes y de las historias?

Al gran escritor se le descubre en la vida, en la contienda diaria de existir, en el amor, en el odio. Uno se da cuenta inmediatamente cuando lee si un escritor está inventando o está diciendo cosas sólidas, verdades estéticas. Hay algunos escritores que son meramente literarios, no sientes pasión al leerlos. Yo nunca estoy lejos de mi propia experiencia. No puedo evitarlo.

En los poetas, la influencia del contexto y las experiencias propias son muy fuertes. Quizá su incursión en la poesía lo motivó a buscar que sus cuentos reflejen la realidad...

Los críticos que se han encargado de mi obra siempre han dicho que soy un escritor de mucha tensión poética, y creo que sí. Yo creo que la literatura que no tiene poesía no es literatura. No solo deben ser palabritas.

Palabritas que al final no dicen nada....

Sí, que no traen sabiduría, que no engrandecen la vida. También huyo de la truculencia barata con la que se adornan algunas cosas para aparentar complejidades.

Cuéntame lo que nos pasa

Diario Expreso, Lima 29/07/04

Cuéntame lo que nos pasa es el último trabajo narrativo de Jorge Díaz Herrera, publicado por Salgado Editores e ilustrado -la portada y 12 dibujos interiores- por el notable pintor Gerardo Chávez. EXPRESO conversó con Díaz Herrera sobre Cuéntame lo que nos pasa.

-Háblanos de "Cuéntame lo que nos pasa".

Son 12 cuentos. Los personajes deambulan por las más altas cumbres y hondos precipicios de las pasiones humanas: la dicha, el dolor, el misterio. El destino implacable.

-Dentro de tu obra total, ¿dónde ubicas Cuéntame lo que nos pasa?

Puede que sea mi mejor libro. Por hoy quisiera descansar, distanciarme de él. Me ha fatigado mucho. Un escritor es él y su obra. Los dolores que crea salen de sus propios dolores, al igual que las alegrías. Salen agigantados. Y retornan a su autor para quedarse en él.

-¿Qué concesiones haces en Cuéntame lo que nos pasa?

He nacido para vivir en los extremos y escribo desde ahí. He recorrido muchos mundos y he salido de ellos desgarrado, enfermo, resucitado. Quien afirme que el escritor es un mentiroso, es un mentiroso. Los libros nacen de los libros y se nutren de la vida. Los escritores del balcón de las bibliotecas, sin experiencias vitales, sin calle, sin pasiones, sin desgarramientos son simplemente inventores. No se puede hacer que un personaje sienta lo que uno no ha sentido. La creación es algo verdadero, auténtico y no una invención donde hábiles técnicos suman sus pericias para elaborar un automóvil o un caballo de juguete.

-¿La novela como panfleto?

No soy partidario de ella. Basta con los vendedores de cebo de culebra; los que buscan adeptos, los que pretenden uniformar al mundo. Una novela panfleto es una paparruchada. Vallejo dijo que toda obra genial viene del pueblo y va hacia él. Pero de ninguna manera que toda obra venida del pueblo es genial. El vulgo es importante cuando deja de serlo. Admiro a las flores de fango pero no al fango.

-¿El escritor y las mayorías?

No soy escritor de mayorías. Pero la verdad es que quisiera que las mayorías se conviertan en minorías. Al tumulto se le va toda perspectiva. Sin las élites estaríamos perdidos. Quizá por eso estamos como estamos. Sin el menor pudor, vemos al ladrón tornarse en predicador de honradez; al asesino, en defensor de la vida. ¿Ellos mismos se creerán? El cinismo es muy exitoso entre los desmemoriados e ignorantes.

-¿Te interesa la política?

En Cuéntame lo que nos pasa está mi fe política, ética, religiosa, supersticiosa. Se me ha dicho que creo demasiado suspenso para hacer sufrir al lector. Ese suspenso es la reflexión, el misterio, el destino. El propio desconocimiento del autor sobre la suerte de sus personajes. Vivir es aceptar el suspenso. El no saber qué vendrá mañana.

-¿Qué tendencias orientan tu obra?

En mi literatura se pueden encontrar muchas facetas de la vida. No pretendo hacer historia, ni sociología, ni podium político. El único compromiso del arte es ser arte. La literatura conduce a todas partes. Pero no es todas partes. El arte es un fin en sí mismo. Arma de muchos filos. Puede ser usado para el bien y también para el mal.

-Si tuvieras que borrar una de tus obras, ¿cuál borrarías?

Preferiría borrarme a mí mismo. Así como no se puede deshacer lo inventado tampoco se puede deshacer lo creado. Al borrar una obra mía me sentiría genocida, filicida: matarife.

-¿Te motiva más la tristeza o la alegría?

Mis nostalgias no tienen remedio. Añoro lo imposible: el pasado. Soy un hombre de ayer que no se resigna a ser un hombre de hoy. El ayer que más añoro son los tiempos de esquina, de barrio, de aquí nomás: a la vuelta del infinito.

-¿Cuándo empezaste a escribir Cuéntame lo que nos pasa?

En mi última resurrección. Yo había traspuesto el límite de la vida y un amigo médico me volvió a ella: José Li Ning, a quien he dedicado este libro. Una forma de pagar mis deudas interiores, las que nadie cobra. Porque las otras…

-¿Por qué el título?

Cuéntame lo que nos pasa es una pregunta y una respuesta. Invito a los lectores a despotricar de él si el libro no les es grato.

Narrador con Estilo

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Uno de nuestros más versátiles literatos, el cajamarquino Jorge Díaz Herrera ha presentado recientemente tres nuevos libros, dos de ellos ( Sones para los preguntones e Historias para reír, cantar y jugar ), orientados al público infantil y el otro ( El ángel de la guarda ), una novela de corte dramático, inspirado en personajes reales. Este fue nuestro encuentro con el prestigioso escritor.

Por Claudio Cordero

Se ha dicho sobre Sones para los preguntones que es un libro de filosofía para niños.
David Soldevilla, un filósofo al que aprecio mucho, le dio esa categoría. Bueno, filosofar es tratar de buscar la verdad a través de la reflexión. Entonces, si se la busca a través del arte, a través de la belleza, es también una filosofía estética, digamos. Para mí, la única literatura que vale son las lecturas esenciales, aquellas que tienen contenido, que tienen raíces. Cuando leo un libro y en la primera página no tengo nada que subrayar, ya no sigo leyendo. No me gustan los libros de palabrotas o de palabritas.

¿Cuánto tiempo te ha tomado escribir este libro?

Uno nunca sabe, al menos yo nunca se cuando empiezo a escribir un libro. A veces creo que Sones para los preguntones lo empecé a escribir en la infancia, cuando pensaba de qué tamaño será el mundo, qué tamaño será el infinito o quién moverá el mar, qué habrá a la otra puerta de la vida; cuestiones que jamás van a tener respuesta. Son preguntas que me han ido cautivando y de repente se convirtieron en un libro. Es que la reflexión, la experiencia humana dentro del artista, se va, como los vinos, asentando hasta que rebalsan la piel y se convierten en literatura, en pintura, en música. Discrepo mucho de lo que se llama “las técnicas” en el arte. No creo en las técnicas, creo en el estilo. Por ejemplo, ¿qué técnica empleó Vallejo?, ¿qué técnica empleó Cervantes? Son estilos, formas personales de ver y de escribir la vida. El artista, creo, nace, pero también se hace o se deshace, según cómo defienda su vocación y según cómo la sociedad lo trate.

Has tocado un tema complejo: el papel del artista dentro de la sociedad.

Creo que el único compromiso del arte con la realidad es ser arte. Ahora en el Perú, el escritor no es sino un personaje de adorno al que las autoridades le dan un diplomita, una medalla y con eso se cree que ya ha cumplido con su deber. En Chile, México, Argentina, los Premios Nacionales de Literatura, de Cultura son perpetuos; acá se han muerto en la miseria más espantosa. Desgraciadamente veo en los periódicos que la intelectualidad ha sido desterrada con un argumento muy sutil: no se le paga los artículos que escribe. Antes, por ejemplo, para los escritores era un ingreso el escribir como colaboradores. Ahora, de repente, nos llega una carta de todos los periódicos diciendo que los colaboradores deberían hacerlo todo ad honorem y han sido suplido por la farándula y por la política. Por eso, estamos un poco desorientados, no hay una reflexión en el periódico; ahora, prima el amarillaje. Son escasas las revistas, los periódicos que pretenden crear una nueva voz, un nuevo espacio, un nuevo pensamiento.

En la época de los grandes medios de comunicación, el hombre nunca ha estado tan incomunicado como ahora. Nunca se ha manipulado la conciencia de la humanidad con más facilidad que ahora.

Sin embargo, es frecuente el argumento de que los peruanos no leemos.

El Perú lee… ¿pero qué lee? Eso de que el Perú es un país analfabeto, eso lo han inventado los de arriba que también carecen de lecturas y de reflexión. Tenemos una burguesía ignorante.

¿Te molesta ser etiquetado como un escritor infantil?

Al principio huía de que me cataloguen como escritor para niños. Pero, ahora, no me fastidia; me satisface. Aunque también me considero un escritor polifacético. He escrito y dirigido teatro, además he hecho poesía, novelas, cuentos y algunas de estas obras tienen acceso a los niños. Sin embargo, no pretendo ponerme una careta de bobo para querer que ellos me entiendan. Yo detesto la literatura intencionada, calculadamente dirigida a los niños, creyendo que son unos enanitos mentales. Generalmente, la mediocracia literaria en el mundo se agrupa en asociaciones de literatura infantil. Eso lo he visto. Ojalá que en el Perú no suceda eso. Me halaga que los niños tengan acceso a muchas de mis obras literarias, pero creo que la literatura tiene que ser, ante todo, literatura. No he leído mejores escritores de literatura llamada “para niños” que Wilde, por ejemplo.

Lo que pasa es que tenemos una gran confusión: creemos que la literatura es material didáctico, y la literatura puede ser material didáctico, pero no es pedagogía. La literatura es literatura.
Entrevista realizada para 5to Poder

ABRAZOS

Queridos paisanos y amigos:

Muchas gracias por los envíos de CPM. Leer las notas que me llegan robustecen en mí la ilusión de caminar por nuestra grata tierra y contemplar su cielo, su verdor, sus calles, su gente buena. Vale decir: cobijarme en su corazón. No obstante haber pasado la mayor parte de mi tiempo en viajes por tierras lejanas, aún no tengo la fortuna de conocer físicamente Celendín. Sus historias iluminaron mis años infantiles, y fueron como la semilla de la que germinaron todos mis libros, todos mis sueños. Los editores han señalado en muchas de mis publicaciones mi origen cajamarquino, sin precisar el nombre de Celendín. Esta situación ya ha sido superada. Pues, como debe constarle a mis lectores, en mis publicaciones últimas figuro como oriundo de Celendín, al igual que en la Enciclopedia Ilustrada del Perú de Alberto Tauro del Pino. He estado vigilante para que así se haga.

En mi memoria está la imagen de mi padre, Aristóbal Díaz Escalante, de mi madre, Zoila Herrera Pereira; de mis abuelos Adelaida y Luis, quienes sembraron en mí el amor por la tierra celendina. Hoy, aposentado en Chaclacayo, campestre distrito limeño, siento cada vez con mayor fuerza la necesidad de corresponder siquiera en algo tanta bondad, tanto amor. Cuánto quisiera pasar una temporada en Celendín dejando en el corazón y la mente de los jóvenes algo de lo aprendido a lo largo de mi vida. Digo (es un decir): un ciclo de conferencias sobre la creación artística, un taller de lectura y literatura, por ejemplo, que bien podría ofrecer a los alumnos del Centro de Estudios Superior de Celendín. Los años nos dan la lección que uno mismo no supo en su juventud dársela a sí mismo: volver al origen, respirar su aire, oír sus historias, caminar por sus calles, escribir sobre todo eso que en mí habita tan sólo como un sueño de inmensa gratitud.

Gracias por los envíos de CPM. Mi saludo a tan fraterno esfuerzo. Tengo fe en que la inteligencia e imaginación creadora de nuestro pintor y poeta Jorge Chávez Silva, de quien conozco su prestigio y espero abrazarlo personalmente algún día, llevará a CPM por los caminos que se merece. Saludos y abrazos, queridos paisanos y amigos. Abrazos. Abrazos. Abrazos.

Jorge Díaz Herrera - 23 / 06 / 06